Aunque todos los cerebros parezcan similares, en realidad no es así. Aunque todos comparten una estructura básica y una forma específica,  si los observamos con detenimiento vemos que todos ellos son muy diferentes; cada uno de ellos contiene circuitos neuronales diferentes según una persona u otra. ¿ Que hace esto varíe?.

Estas diferencias no se explican por la genética, es decir, no nacemos con ellas y las mantenemos con una forma en esencia estable. En realidad, estos rasgos que hacen de nuestros cerebros algo único tienen que ver con que cada vida es única, y las experiencias que vivimos hacen que nuestro cerebro cambie físicamente. Este fenómeno se conoce como neuroplasticidad cerebral.

¿Qué es la Neuroplasticidad cerebral?

La neuroplasticidad, también conocida como plasticidad cerebral o neuronal,  hace referencia al estilo en el que nuestro sistema nervioso cambia a partir de su interacción con el entorno. Ni siquiera en el caso de los gemelos monocigóticos esta interacción es idéntica, lo cual significa que cada persona percibe el mundo y actúa sobre él de una manera peculiar, dependiendo de las circunstancias que le toque vivir.

 

Para entenderlo de una manera sencilla, podemos pensar en aquello en que significa la palabra “plasticidad”. El cerebro, como el plástico, puede adaptarse a prácticamente cualquier molde.

Pero hay dos grandes diferencias:

1. La primera es que la neuroplasticidad depende de la intervención de una inteligencia externa que dirige el proceso de cambio neuronal hacia una mayor adaptación concreta .

Y 2. la segunda es que, a diferencia del plástico, la estructura y la forma de los componentes de nuestro cerebro puede cambiar mucho de manera constante: no solo en una primera fase.

 

¿Cómo ocurre la neuroplasticidad cerebral?

La neuroplasticidad se basa en el modo en el que las neuronas de nuestro sistema nervioso se conectan entre ellas tal y como descubrió el doctor Ramón y Cajal, el cerebro no está compuesto por una maraña de células compactadas sino con autonomía propia y físicamente separadas las unas de las otras , esto facilita que puedan ir mandándose información sin llegar a unirse entre sí .

Cuando un grupo de neuronas se conectan a la vez, estas tienden a mandarse información entre sí. Si este patrón de activación se repite habitualmente, estas neuronas tienden a buscar una unión más intensa con las otras que se activan a la vez, volviéndose más predispuestas a unirse entre ellas. Este aumento se manifiesta físicamente en la creación de ramificaciones de neuronas más estables que unen a estas células nerviosas y las vuelven más próximas, lo cual modifica la estructura del sistema nervioso.

Por ejemplo, si las neuronas que se activan cuando reconocemos los patrones olfativos del perfume de una persona se conectan a la vez que las que se activan cuando la vemos, estos grupos de células nerviosas se conectarán más entre sí, lo cual hará que nuestro cerebro cambie y se asocien, de manera que el olor nos traerá la imagen aunque esta persona no esté presente o al revés, la imagen la asociaremos al perfume u olor específico.

Lo mismo sucede con cualquier otra vivencia: aunque no nos demos cuenta, constantemente estamos experimentando experiencias (o, mejor dicho, pequeñas partes de experiencias) que se dan prácticamente a la vez y que hacen que unas neuronas refuercen más unas uniones y debiliten otras. Esto ocurre tanto con las sensaciones como con la evocación de recuerdos y de ideas abstractas; las fobias y  traumas, son una faceta negativa de esto y otra positiva es la capacidad de aprender de nuestra experiencia y crear formas de pensar complejas y más avanzadas.

¿Tiene alguna finalidad esta capacidad de nuestro sistema nervioso a la hora de ser moldeado por nuestras experiencias? En realidad, si; es producto de la evolución humana que, durante cientos de millones de años, ha ido moldeando nuestro cerebro para hacernos más rápidos, efectivos, flexibles…en definitiva inteligentes.

 

La neuroplasticidad cerebral hace que nuestra capacidad de adaptarnos a situaciones nuevas sea muy alta, ya que podemos lidiar con los problemas que aparecen en nuestra vida aunque creamos que no sabemos como hacerlo y nos parezca algo duro y difícil. 

Sin neuroplasticidad cerebral no podríamos crear ideas abstractas necesarias para tener una memoria autobiográfica que nos permite ser conscientes de nosotros mismos, ni podríamos aprender de nuestros errores ni, en general, disponer de aquello que llamamos inteligencia.

Tienen la función de mantener el nivel de bienestar gracias a la capacidad de nuestras neuronas de reorganizarse entre ellas del modo más conveniente, incluso cuando la edad hace que muchas de ellas vayan desapareciendo, se ha demostrado que estas se pueden regenerar.

Por ello, desarrollar nuestra capacidad de neuroplasticidad nos facilita las dificultades físicas y emocionales de la vida cotidiana.

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